venerdì 1 agosto 2008

A los pescadores de Reta

Fue tarde entonces cuando estrené los brazos.
Cuando recibí barba y bandera
las orillas estiraban
su soliloquio entre los pájaros
y no había sino huecos espumosos
en el lugar donde se multiplicaron las barcazas.
Quién sabe dónde las redes,
en qué graves mareas se hundieron los oficios.
Llegaban cegando la luz horizontal del crepúsculo
cargados de plata refulgente,
agotados y sonrientes bajo sus sombreros.
Victoriosos burladores de arcanos marinos
llegaban a la costa montando las rompientes,
blandiendo sus puños mordidos por las cuerdas.
Allí latían revelaciones de ultramar,
se narraba la gran ciudad del agua y el salitre,
comenzaba la contabilidad pieza por pieza
de mano en mano, centavo a centavo.
Se le cantaba al cardumen como al sol o al aire.
Llegué tarde al vértigo del oleaje,
al perfume exacto de la rosa de los vientos.
Allí, de pie, en otro siglo de huellas descalzas
tan sólo un roído barco hundido en la arena
y lejos la estela de los pesqueros invisibles
sobre cuya ruta aún trazan su círculo las gaviotas.
De vez en cuando un viejo pescador emerge
vestido de algas, de peces de relámpago,
y desata los nudos marineros de los vientos
mientras un niño, calladamente alegre
rompe el límite del agua con la risa.

De: Explicaciones con mar y otros elementos, Uniservice, Trento, 2007

Elogio del vino

El vino, compañeros, viene del amor
del trabajo y la tierra.

Es hijo del sumo torrente del planeta.
Ay viento mineral
luz victoriosa que sube desde el humus
hasta ensanchar el tiempo
en el racimo.

Es el mar florecido de auroras
en la copa brillante del encuentro.

El vino, mis amigos, viene del amor
del trabajo y la tierra.

Las gotas de la vida se reunieron
como madres acunando el canto
para que una ronda de muchachas
lo dé a luz en la vendimia.

Es zumo de la risa y la palabra.

Ay sangre de los surcos,
sudor de los sueños.
Las manos en el brote
el brote en el oficio
del corazón más puro de las generaciones.

Maravilla de la tarde en las hileras,
ternura recostada en cada cesto.
Ay retazo de luna,
canción distribuida.

Eco de los hombres en el rito
que llena de rubíes a los pueblos.
Piel de la montaña.

El vino compañeros, viene del amor
del trabajo y la tierra.

Certeza de la savia, es decir sabiduría
de la infinita corriente del alba,
esencia que libera los himnos y las llamas,
minuciosa marcha subterránea
que alza hacia las copas
espumosa bandera constelada.

Respuesta de los dioses
a las interrogaciones implacables.

Espíritu universal que late en la madera
y corre como un río por la historia,
de mano en mano y de mesa en mesa,
como una música.

Aire de las celebraciones.
Latido solar que nos hermana.
Lo llevo a mi boca como la mujer que amo.
Consagra la hora y la poesía.

El vino compañeros viene del amor
del trabajo y la tierra.

de: Explicaciones con mar y otros elementos, UniService, Trento, 2007